DEL AMOR Y DE LAS FLORES/ Maricarmen Delfín Delgado

DEL AMOR Y DE LAS FLORES

El año y sus estaciones, los cuatro gajos de una dulce y apetitosa fruta de mil sabores llamada vida, cada una nos ofrece heterogéneas sensaciones responsables del bienestar y, en ocasiones, de una desazón tal vez necesaria para equilibrar nuestra naturaleza. La primavera ya nos acompaña y con ella la explosión de vida en el planeta, en la vegetación, en el reino animal y en el cuerpo humano. Para la medicina el efecto de la estación en nosotros se manifiesta en la “euforia primaveral”, reacciones positivas a consecuencia del aumento de luz y temperatura, favorece la liberación serotonina, dopamina y oxitocina e induce la secreción de feromonas, todas relacionadas con la felicidad, el alivio del estrés, y el placer.

Etimológicamente se refiere al primer (prima) verdor (vera), al principio, a los primeros años de vida de una persona, “sus 15 primaveras” como referente de la adolescencia; llamamos “primaveral” a ciertos eventos que denotan alegría, frescura, llenos de color, que derrochan juventud. Tan importante este periodo trimestral en la vida humana que ha sido motivo de celebraciones y rituales desde tiempos remotos, desde las primeras culturales antiguas hasta nuestros días nos regocijamos por su inicio.

La primavera siempre presente en nuestro pensamiento, tanto que ha sido inspiración para creaciones artísticas en la pintura, la música y la literatura. “La Primavera” es una de las obras más bellas del artista florentino Sandro Botticelli, pletórica de simbolismo y mitología con armonía y personalidad, con un maravilloso escenario donde se contempla una colorida vegetación de más 200 especies botánicas existentes en la Toscana.

La Sonata Primavera de Ludwig van Beethoven, se trata de una sonata para violín en fa mayor compuesta entre 1800 y 1801, estrenada en 1802, pertenece a la primera etapa creadora del compositor. Esta obra la creó cuando aún no perdía la capacidad auditiva y estaba enamorado de dos hermanas, tanto que en una carta a un querido amigo le externó: “¡es tan hermoso vivir, vivir mil veces!”. De todas las obras del compositor, dos son las favoritas de los concertistas: la Sonata Kreutzer  y esta hermosa Sonata Primavera.

“La Consagración de la Primavera” de Igor Stravinsky es un ballet y obra de concierto orquestal escrita en 1913 para la temporada en París de la compañía de  Ballet Ruso, cuando se estrenó en el auditorio de los Campos Elíseos causó sensación y disturbios entre la concurrencia por su coreografía y acordes innovadores, en la obra se percibe un grito de liberación, esa ansia de libertad que se respira en la partitura llega inmediatamente al corazón del oyente, lo atrapa y no lo suelta hasta el final.

El veneciano Antonio Vivaldi quiso plasmar en su famosa sinfonía “Las cuatro Estaciones” todos los sonidos de la naturaleza y manifestar los sentimientos que le despertaban las estaciones del año; las notas de los violines, las cuerdas y las flautas consiguen imitarla a la perfección. El primer movimiento de este concierto es “La Primavera”, que por tratarse de una obra “descriptiva o programática” propone al oyente la descripción de los sonidos propios de una escena primaveral: canto de pájaros, correr del arroyo, truenos y relámpagos, para traducir estas imágenes sonoras en mentales. Vivaldi incorporó en esta sinfonía innovaciones musicales para dar frescura y fuerza expresiva.

En 1936 Henry Miller escribió Primavera negra, novela realistade lectura difícil con una prosa en la que la línea de conexión temporal o narrativa nunca está clara, pero en cambio regala una prosa poética única. Es un recorrido entre Brooklyn y París desde la infancia y la madurez, narra la vida de un hombre de origen judío nacido en este barrio y su cambio al ser llevado a otro continente. Desde el inicio se aprecia el sabor de la rabia, el rencor y el desprecio que el autor imprime pasando de la ternura a la decepción. Esta obra se caracteriza por que cada capítulo puede leerse en forma independiente que en su conjunto forman una sólida novela. Se le considera el punto de conexión entre Trópico de Capricornio y Trópico de Cáncer.

Primavera con una esquina rota de Mario Benedetti, escrita en 1982, es un testimonio doloroso y directo de una sociedad dividida y fractura por la represión y el autoritarismo en Uruguay, en un ambiente de acontecimientos políticos la novela pone de manifiesto las relaciones humanas conmocionadas por estos hechos, el sufrimiento combinado con la ternura, la pasión, el amor, la denuncia como parte de una historia donde la primavera, aún lastimada, llegará para sustituir al frío invierno.

Los escritores modernistas se inspiraron en la exuberancia y la belleza de la primavera y la naturaleza para crear imágenes poéticas y evocadoras, muchos de ellos incorporaron descripciones detalladas de paisajes naturales, animales y elementos atmosféricos en sus obras. Además, la naturaleza también se utilizó como metáfora para explorar temas más profundos, como el amor, la soledad, la melancolía y el sentido de la existencia humana. La relación entre el modernismo literario y la naturaleza es muy significativa, característica marcada de manera magistral por Amado Nervo en su poesía; cito un fragmento de Ya llegó abril;

El ave canta en el boscaje,

la flor revienta en el pensil,

el campo estrena nuevo traje.

¡Ya llegó abril, ya llegó abril!

La luz, cuando amanece,

finge un jardín sin par;

la noche resplandece

como un inmenso altar.

La brisa lleva suave aroma

en su impalpable ala sutil;

llora en el bosque la paloma.

¡Ya llegó abril, ya llegó abril!

Hay muchos astros en el cielo,

hay en la tierra flores mil;

salta cantando el arroyuelo,

¡ya llegó abril, ya llegó abril!

Hace más de 5000 años la llegada de la primavera era festejada por los griegos con un ritual llamado las Anthesterias, dedicado a Dionisio, el dios del vino y la fertilidad, era una oportunidad para dar la bienvenida a la primavera y celebrar el ciclo de la vida.

Los egipcios la celebraban con el Sham El Nesim, siendo celebrada cada año por millones de personas que se acercan a las orillas del Nilo para compartir sus productos, cantar, bailar y disfrutar de paseos en falucas, unos pequeños veleros que navegan a lo largo de sus aguas.

Los romanos llamaban “Floralia” a la celebración por la renovación del ciclo de la vida, en honor a la diosa Flora, deidad de la naturaleza, de la vida y de las flores.

Esas flores elementos constantes en los poemas de Amado Nervo. Cito fragmentos de Éxtasis, de Si una espina me hiere, y de Amiga mi larario está vacío.

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EXTASIS

Cada rosa gentil ayer nacida,

cada aurora que apunta entre sonrojos,

dejan mi alma en el éxtasis sumida…

¡Nunca se cansan de mirar mis ojos

el perpetuo milagro de la vida!

Años ha que en el mar, conmigo a solas,

de las olas escucho las querellas,

y aun me pasma el prodigio de las olas!

cada vez hallo la naturaleza

más sobrenatural, más pura y santa,

para mí, en rededor, todo es belleza;

SI UNA ESPINA ME HIERE

¿Rencores? ¡De qué sirven! ¡Qué logran los rencores!

Ni restañan heridas, ni corrigen el mal.

Mi rosal tiene apenas tiempo para dar flores,

y no prodiga savias en pinchos punzadores:

si pasa mi enemigo cerca de mi rosal,

se llevará las rosas de más sutil esencia;

y si notare en ellas algún rojo vivaz,

¡será el de aquella sangre que su malevolencia

de ayer, vertió, al herirme con encono y violencia,

y que el rosal devuelve, trocada en flor de paz!

AMIGA MI LARARIO ESTÁ VACÍO

¡Ah, si vieras tu huerto! Ya no hay rosas,

ni lirios, ni libélulas de seda,

ni cocuyos de luz, ni mariposas…

Tiemblan las ramas del rosal, medrosas;

el viento sopla, la hojarasca rueda.

Amiga, tu mansión está desierta;

el musgo verdinegro que decora

los dinteles ruinosos de la puerta,

parece una inscripción que dice: ¡Muerta!

El cierzo pasa, y suspirando: ¡Llora!

Con este breve recorrido pictórico, musical y literario, nos regocijamos, como desde hace milenios, con la llegada de la estación que nos embriaga con sus aromas, colores y sensaciones. Bienvenida primavera, la estación del amor y las flores.

Autor: Los escribas

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