Feliz año 2023

“Empieza la cuenta regresiva”

Una de las cuantificaciones más difíciles de asimilar es que “el tiempo no existe”, cómo darnos cuenta y comprender que no existe si los sucesos dicen lo contrario. Tal vez esto sea un buen auxilio, interpretar que la consciencia pura crea la ilusión de un periodo.

Se extingue un espacio de 365 días que representa en el calendario un año, Periodo en el cual se presentaron diversas adversidades, otras más benevolencias que hicieron de este lapso que se va un equilibrio en nuestras vidas.

¿Cómo expresar el agradecimiento mediante palabras que dejan un grato recuerdo no solo en mí sino en todos los que durante este año me acompañaron?, los que de alguna forma han incentivado mi estilo creativo y del cual me siento feliz.

¡Ah, felicidad!, palabra llana, pero que en el estado emocional de un servidor sirve de alivio ante los problemas y me hacen salir avante una vez más.

Una vez más, ¡gracias! Por poder seguir siendo inquilino de esta tierra que nos da las experiencias necesarias para poder proseguir en un plan evolutivo, en un propósito ascendente que deje una huella perenne más allá de cicatrices.

Son los pensamientos, el baluarte donde se fincan los sentimientos para ejercer de una forma sensata el conocimiento adquirido y por ende enfocarlo a hacer el bien, a dejar una semilla que con el tiempo germine en los corazones de todos nosotros.

Observo de reojo las calles mientras manejo, la gente se ve alegre, se adapta a las circunstancias y cambian su historia tal como ellos quieren, y eso me alegra, hace que de nuevo resurja la sonrisa que siempre y desde niño me ha caracterizado.

El año agoniza junto con las malas experiencias, los malos ratos que sirvieron de aprendizaje en nuestras vidas, se quedan los buenos recuerdos, las amistades, los amigos que se fueron, los que han llegado, las personas que dejaron ya su misión terrenal y ya están en otro plano evolutivo.

Mientras redacto esta misiva llegan en racimo anécdotas que incrementan mi alegría, por haberme bendecido y poder compartir este sentir que sigue en aumento.

Hoy, a pocas horas de que el año 2022 fenezca, agradezco a todos los que de una u otra forma han sido complemento de mi vida, a Dios, ya que sin su soplo divino no estaría yo aquí, a mi familia que siempre me apoya en cada uno de mis anhelos y que sin ellos no lo hubiese podido lograr, y a todos aquellos que de forma fortuita he conocido.

A pocas horas de decir feliz año nuevo 2023
Su amigo de la eterna sonrisa les desea los mejores parabienes en este año que recién iniciará su recorrido.

Édgar Landa Hernández.

Invierno del 2022

Secuelas de vidas pasadas

Secuelas de vidas pasadas

Las manos en los bolsillos. Las pisadas continúan. Los momentos fugaces se quedan en eso. Nuevos aprendizajes, conocimientos que se adquieren y se vierten en el canasto mental a la espera de ordenarlos y poder emplearlos de forma perfecta. Las tardes son ahora prematuras sombras dibujando en el piso palabras de injusticias que se han ido sin previo aviso. La vida es un juego donde se pretende ganar a toda costa, aun arrasando al que menos tiene, al que la vida no le ha dado las mismas oportunidades.

He dejado por semanas de escribir. Me he atrevido a solo observar, a pretender quedarme únicamente con los instantes, lo que amo yo, volver a mirar a las fachadas en donde las ventanas son un escaparate por donde me ha de reflejar la sonrisa que me caracteriza.
Espero paciente, deseando verte, tomarte de tu mano y caminar sin prisas, riéndonos de todo y maravillándonos del caos, definir lo indefinible, atrapar lo pasajero y verterlo en nuestra calma.

Quizás mañana, o tal vez la semana próxima, volveré a escribir. A posar mis dedos sobre las teclas y escuchar el insistente sonido de las palabras, sus fonéticas y significados.
La intuición es una secuela de vidas pasadas, lo que fue, lo que es y lo que será. Hoy lo entiendo. Camino por la acera de enfrente, conociendo, aprendiendo situaciones que se me han olvidado, y mientras tanto, tomaré tu mano y no te dejaré ir.
Edgar Landa Hernández.

Al Maestro Mario Millán.

Al maestro (Millán) con cariño.

– Si quieres aprender, enseña. Cicerón. –

Le conocí una noche, previo a una velada poética que el Amigo Alberto Calderón y esposa me habían invitado con anticipación. Se presentó él como el profesor Mario Millán. Estreché su mano y le dije quién era yo.

Como si nos conociéramos de años, el Maestro Millán me compartía sus andanzas como profesor rural, las vicisitudes que tuvo que enfrentar al carecer de material didáctico para poder impartir sus cátedras a los alumnos de la sierra, así de cómo fue la manera de ingeniárselas para elaborar los libros que habrían de servir de herramienta para poder emprender su sueño, lo que le gusta y apasiona que es compartir sus conocimientos.

De mirada afable, de poca sonrisa, pero cuando lo hace la crea de manera sincera; de hablar pausado y sobre todo analítico, así es el Maestro Mario Millán.

Ha escrito cerca de siete libros, así como escribe poesía, hace ensayo, relato y cuento, aunado a que tiene un gran conocimiento sobre la lengua materna. Y qué decir cuando con una inmediatez logra con sus décimas atrapar pensamientos de una forma audaz y creativa.

A él le agradezco el haber escrito la cuarta de forros para mi libro “El hombre de las mil palabras”.

He compartido escenarios junto con él, así como diversas actividades literarias. El profesor Mario Millán, es el maestro que jamás deja de enseñar, siempre crea, comparte de su ser.

Dentro de sus múltiples facetas, también canta, toca la guitarra, el violín y la jarana.

Charlar con el Maestro Mario Millán es profundizar conocimientos, quedarse boquiabierto cuando da datos, fechas y cronologías de sucesos históricos que son parte de su acervo intelectual.

En nuestro programa radiofónico tiene su segmento denominado «La reflexión hecha poesía»

Hoy, en su onomástico, escribo este breve, pero emotivo homenaje al amigo, el escritor y poeta que me ha dado oportunidad de aprender de él y conocerlo como ser humano.

¡Muchas felicidades Amigo mío!

Se los comparte su amigo de la eterna sonrisa

Edgar Landa Hernández.

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   Cuánto gané, cuánto perdí




                                                  Cuánto gané, cuánto perdí

Justo después de terminar mi jornada laboral el día de ayer, una noticia hizo que permaneciera un rato más frente a la computadora. En un comunicado vía redes sociales, informaban que el cantautor cubano, Pablo milanés, culminaba su ciclo en la tierra, a la edad de 77 años. Murió lejos de la tierra que lo vio nacer. Su ciclo se cerró en Madrid, España.
Inmediatamente, vino a mi recuerdo su fisonomía, regordete con su cabellera china, abundante y sus lentes. Y sobre todo sus canciones. Una ocasión, siendo yo un adolescente, compré un casete en la otrora Comercial Mexicana, con melodías de Pablo y Silvio Rodríguez. Estaba en pleno apogeo en México la trova cubana.
Mi padre, como buen bohemio, contaba con la amistad de dos jóvenes que, magistralmente interpretaban la música del caribeño. Cabe destacar que el día que mi padre murió, uno de ellos cantó el unicornio azul, de Silvio Rodríguez.
Pablo Milanés, a través de su música, encendió las velas, remojó los labios, sus arpegios fueron abanicos en pleno sol que mitigaron el cansancio creando esperanza donde no la había.
Le cantó a su patria, a su madre, a su vida, así como a Yolanda. (Dedicada a la figura de su gran amor, Yolanda Benet, con la que estuvo casado seis años, entre 1969 y 1975. Una parte de la melodía decía así “Esto no puede ser no más que una canción, quisiera fuera una declaración de amor”
El viento otoñal sacude recuerdos, recrea escenarios, las fechas se marcan con tinta y música.
Hoy, Pablo Milanés deja un vacío en los corazones de la gente, para convertirse en leyenda inmortal por el resto de nuestros días.  
Termino mi texto mientras la música crea en mí la armonía, lejos del caos que afuera me espera con restos de humedad.

Se los comparte su amigo de la eterna sonrisa

Edgar Landa Hernández.
 
 
 
 

El gran libro de la vida

El gran libro de la vida

En el gran libro de la vida, son las personas, causas y sucesos las que nos conllevan a escribir día a día, llenando de memorables momentos, cada actuación que a través de nuestras decisiones se van acumulando, vivencias únicas e irrepetibles, pero que son parte fundamental en el aprendizaje diario. Jamás algo llega por casualidad, son las causas conscientes o inconscientes las que de alguna forma son las piezas que necesitamos para formar nuestro gran rompecabezas.

La atracción consciente es cuando manejamos nuestros pensamientos. Y la atracción inconsciente cuando dejamos que fluyan por si solos para que funcionen libremente.

Las personas llamados amigos, o seres que de una u otra forma se han ganado nuestro afecto y cariño, amalgamando sentires que envuelven un entorno prodigioso, excelso y maravilloso; son gente que aporta cierta dosis de conocimiento para la plena evolución, logrando una alquimia entre dos seres que progresan continuamente. Todo lo que nace del amor está llamado a tener éxito y prosperar

Hay una frase que me encontré y la comparto con Uds.

“Que no te falte un beso que cause temblor; que no falte una caricia que te produzca calor; que no falte en tu vida… Un café, un libro y un amor…”

Se los comparte su amigo de la eterna sonrisa

Edgar Landa Hernández.

Introspección

Introspectiva

No recuerdo cuándo fue la última vez que escribí. Las múltiples actividades que complementan mi vida me han tenido maniatado. No he vuelto a usar los bolígrafos que me obsequiaron mis alumnos del curso de creación literaria. Las cartas obsequiadas siguen dentro de mi maletín. He leído más de lo que imaginé, he aprendido tácticas de locución para dar un mejor programa a mis radioescuchas. Eso me hace sentir bien. Soy agradecido con todo. Hoy fui más feliz, debido a que mi amiga y maestra Lilith Tagle ya me trajo su nuevo libro.

«No será eso que nos detenga» Lo leeré detenidamente y tengo la plena seguridad que saldré de la lectura con nuevos aprendizajes. 

Quizás mañana vuelva a retomar el suspiro y lo plasme sobre las hojas blancas que ya me miran con rencor. Mis personajes ansiosos de participar en mis cuentos también se enfadan y me gritan. Se desesperan y algunos se esconden, otros más, desaparecen. Hoy escribo a través del móvil. La computadora la he dejado descansar un rato. 

Mientras trato de ser feliz, prosigo en la búsqueda de incrementar las obras buenas que hagan que mi sonrisa se mantenga del tamaño de una rebanada de sandía.

Se los comparte su amigo de la eterna sonrisa

Édgar Landa Hernández.

Mi inspiración

“En cada niño se debería poner un cartel que dijera: Tratar con cuidado, contiene sueños’ (Mirko Badiale)”.

-Maestro, y ¿Usted en qué se inspira?

Me dice asombrado un pequeño de sexto año de la escuela matutina “Miguel Hidalgo y Costilla”, donde el día de hoy, compartí una charla y un cuento de mi autoría.

Sonreí como la mayor parte del tiempo lo hago. Y les compartí mi sentir.

Me inspiro en cada una de mis vivencias, estoy en cada una de las cosas que me rodean, que huelo y observo, en las que escucho y en las que me deleito tocando.

Me inspiro del aire que respiro, y aun en aquellas personas que todavía no encuentran un rumbo a donde dirigirse. Me inspiro del amor de mi madre, del agradecimiento por tener una familia y por supuesto del cariño que me profesan mis hermanos.

Me afino en el mismo tono que las cuerdas de mi guitarra y me cuelgo de los columpios que nacen en las nubes y me mecen en un vaivén sin igual; entre copas de árboles y perfume de flores. Nado en diminutos espacios, y me congratulo debajo de un chubasco.

Me escondo de todo, de nada, en lugares inhóspitos, donde busco formas y no existe ruido, donde me convierto en roca y otras veces en montaña. Me sumerjo en abismos sin final, y resurjo con alas dando vuelos circulares en el azul del cielo.

Hoy fue un día especial. Mientras les leía a los chicos mi cuento “El sueño de Cócoro” Pude observar en ellos cuánta sensibilidad brotaba. Todos atentos a la narración, sus rostros expresaban alegría, sonrisa, hasta llegar al dolor y el llanto.

Al finalizar, les pedí que me comentaran sus reacciones, siendo una pequeña, con cierta pena, nos compartía que sintió tristeza y que tenía ganas de llorar.

Fue ahí cuando me sentí feliz. Lo que siento yo al escribir, mis lectores lo viven de igual forma en la cual yo lo hago, nos volvemos un solo ser.

Mi Agradecimiento total a la Lic. Margarita Arellano, luchadora social por el respeto a las mujeres. Y enlace para con las autoridades de esta escuela que me abrió sus puertas.

A la subdirectora. Profra. Socorro Monserrat Martínez Castillo.

Al Profesor. Alfredo Román Cerecedo Reyes. (Asesor Técnico pedagógico)

Y al Profesor de 6 “B” Edgar Díaz del Ángel y su disciplinado grupo.

Se los comparte su amigo de la eterna sonrisa

Edgar Landa Hernández.

La pintura es poesía muda

“La pintura es poesía muda; la poesía pintura ciega”

(Leonardo Da Vinci)

El altar estaba situado sobre la banqueta, muy cerca de la acera contigua que da a la calle. Un árbol enorme servía de poste para soportar el emblemático objeto para ofrendar a los que se fueron. Y allí, entre las ramas más altas, una pequeña sombrilla en posición convexa para que las gotas de lluvia; si por las dudas cayeran, no hicieran mella en la obra. Una circunferencia adornada con grava y flores amarillas llamó mi atención.

Estaba a un lado del altar. Procedí a observar, y me quedé asombrado por la forma en la cual estaba elaborada. El diámetro era exacto, así como su redondez. Increíble que pareciera, toda la noche permaneció el altar así, sin que le robaran los objetos que contenía. Eso me agradó, ¡porque aún hay gente que respeta!

Mientras deleitaba mis sentidos observando cada detalle, llegó mi amigo Arturo tercero, artista plástico que tiene su taller artístico” tercer león, galería y artesanías” justo enfrente de donde se colocó el baldaquín.

Después de estrechar su mano vino una serie de preguntas de mi parte y él amablemente respondió, y me comentó que alumnos de su taller creativo eran los artífices de esta breve pero bella obra. Ellos fueron los que picaron el papel de China, así como de elaborar la circunferencia colorida que, a decir de él, es una figura que utilizaban los prehispánicos, y se le denomina greca azteca. Y representa un saludo.

Posteriormente, me invitó a pasar a su refugio, su taller de artes plásticas. Me sentí por unos minutos diferente, tal parecía que me adentraba a otro mundo, a un mundo subalterno en el cual presencié cada una de las cosas como figuras poéticas, parte de una retórica costumbrista.

Y mientras él me explicaba cada una de sus creaciones, coincidimos en que el arte es una parte de nuestras vidas. Pero se le ha dejado de dar la difusión necesaria para que nuestros jóvenes se adentren en el fantástico mundo que son las artes plásticas.

Mientras hacíamos un pequeño recorrido pude percatarme de una pintura o más bien un bosquejo de dibujo que está realizando a través de la técnica de carboncillo.

Los rasgos de los personajes, así como cada línea que realza los rostros es, a decir verdad, una obra de arte.

Calaveras creadas a través de papel maché, cuadros al óleo, así como una máscara de un fauno, fueron parte del acervo plástico que pude observar.

Me comentaba que pronto hará una exposición en la ciudad de Orizaba en donde expondrá parte de sus trabajos.

Sin más, Salí de ese lugar maravillado por poder ponderar mis sentidos y sentirme privilegiado en torno a lo que hago y me fascina que es escribir.

Me vino a la mente aquel poema de Alberto Caeiro, en donde en una de sus líneas dice

“pensar es estar enfermo de los ojos, por eso hay que apreciar y no cuestionarnos el por qué”

Se los comparte su amigo de la eterna sonrisa

Edgar Landa Hernández.

El día después

“El día después”

Los cirios languidecen trepidantemente. La cera cae sin temor a perderse. El olor a flor se disipa por doquier. Rostros enjutos y doloridos, ojos llorosos y corazones destrozados. Murmullos que comparten la incertidumbre, el dolor se atenúa entre las muestras de cariño de los deudos.

Abrazos interminables en un vaivén constante de amor, de deuda, de reconciliación.

El féretro comparte el espacio, no así el que lo habita.

Se restablece la concordia, así como los buenos deseos. Las plegarias se entonan al por mayor por el eterno descanso del que dejó de existir.

Inician los recuerdos, evocaciones de vivencias que se quedan para la posteridad.

La muerte es verdad, se ciñe a nuestros cuerpos desde que iniciamos nuestra vida.

Halo circundante que en cada paso va con nosotros. Se manifiesta, sin conciencia, de lo que el destino nos depara. Simplemente, al final nos atrapa, no hay distinciones, tanto el rico como el pobre, el bueno y el malo.

La vida es vía, es cauce.

La muerte es algo inevitable. Cuando se asoma deja indicios de su manifestación, es lágrimas, dolor y desesperanza, pero para otros es alivio. ¡Es esperanza!

¿Oh, muerte que jamás te ausentas, por qué no nos revelas tu gran misterio?, ¿por qué no nos concedes saber si es dulce tu morada?, ¿acaso temes decirnos, que como llegas te vas?, ¿qué eres cómo ese amor fugaz que tras encender la llama se consume?

Incógnitas que se vierten en el ocaso de una vida que simplemente se fue…

Edgar Landa Hernández.

*Imagen tomada de la red*

Purificando los días

Purificando los días

Los días normales no existen. Hay días que se convierten en espacios vacíos en donde nuestra capacidad de asombro se revuelve y se complementa con vivencias, sonrisas, incluso lágrimas. 

Mirando en los puestos de flores, atiborrados de cempasuñil, tepejilote y otras flores que obsequian el color de la vida, en la antesala de una muerte segura.

Los días normales son aquellos que nos brindan la oportunidad de fraguar en nuestro estado de ánimo historias que a la postre se trasladan a las hojas que no se han ocupado de contar esas historias.

¡Los días normales eso son!

Los días se visten de transeúntes vagabundos. Hambrientos de los que sobreviven a las arduas jornadas, cuando el cansancio se apodera de las mentes olvidándose de lo demás.

Del contemplar, de absorber el paisaje y engullirlo como si fuera un taco por la mañana.

Los días normales sufren transiciones, ante los necesitados, los que anhelan una esperanza teniendo solo 24 horas por destino.

Los días normales son pobres. Angustiosos momentos, peligrosos, comprometidos, precisos en su forma de atraparnos y lanzarnos en un vacío que si no nos ponemos listos nos perdemos en un hoyo negro de donde jamás saldremos ilesos.

Los días normales es más que eso. Como una hoja del almanaque desprendiéndose por error y aunque se desee no haberlo hecho, el resultado será el mismo.

Hoy vivo sin contratiempos, convirtiendo el día normal en un tiempo consumido, bebido en una copa de olvido, mientras una música de viento purifica mis sentidos.

Edgar Landa Hernández.

¿A dónde se ha ido la tranquilidad?

                                                      ¿A dónde se ha ido la tranquilidad?
El destino dicta su veredicto. Sucesos que a la postre repercuten no solo en mí, en ti, en todos. Somos uno, caos, tranquilidad. A todos nos afecta.
Hay momentos como el de ahora, mientras las notas de música me arropan haciendo placentera mi estancia frente a las teclas y expulso lo que me callo ante todos, lo que muchas de las ocasiones guardo y no comparto pensando en mil cosas, y al final ahí se quedan, como las galletas saladas en la alacena que no me gustan, pero que, sin embargo, forman parte de un todo. Ocupan un lugar en el espacio.
Hoy no fue la excepción, estaba reacio a escribir algo que en verdad quede en la mente de mis lectores y amigos, algo que no únicamente me sirva a mí. Dejaré por un momento mis árboles y mis frondas, sus flores y sus aromas.
La caricia, la retiro y la almaceno. Hoy me vuelvo a preguntar una vez más ¿a dónde se ha ido la tranquilidad?
Las noches se han convertido en música de sirenas de patrullas, de peliculescas persecuciones con fondo de percutores y balas perdidas.
Hoy mueren inocentes y los malandros son los de siempre. ¿Justicia? Vocablo que solo se encuentra en el diccionario con una definición muy alejada a nuestra realidad, es la realidad que vivimos a diario.
La violencia es una noria que no para. El destino nos ha alcanzado, como aquella cinta cinematográfica de Charlton Heston que alguna vez mi padre, siendo yo un párvulo, nos llevó a verla, y nos decía una y otra vez que solo eran interpretaciones y que no creía que jamás llegaría ese día, sin embargo, se equivocaba en sus palabras.
Y hoy lo evoco, en el hueco de las ausencias, en el sol apagado y el viento sin prisa.
Atesoro aquellos momentos en los cuales un chiflido rasgaba la noche y era hora de regresar a casa.
Todos nos conocíamos en el barrio, todos nos apoyábamos y entonces sí, había seguridad.
Nuestra tranquilidad era sentarnos en un montículo de tierra mientras la maquinaria pesada excavaba para crear la avenida Lázaro Cárdenas. (Antes circunvalación) Posterior a ello, nos mirábamos, sonreíamos y terminábamos en un abrazo logrando decirnos lo que ambos sentíamos.
Observar a un policía era verlo con respeto, no como ahora que hasta la piel se enchina y no sabemos si en verdad ellos nos brindan la seguridad que tanto anhelamos.
¿A dónde se ha ido la tranquilidad?
Archivo todo. Y cuando no duermo escucho sus consejos, mi padre se presenta en esa luz que me ha seguido a lo largo de 12 años, la que me da serenidad y esperanza. En la que tengo fe que algún día todo cambiará.
Desde aquella noche que la muerte me saludó, y con una sonrisa me dejó ir.
Se los comparte su amigo de la eterna sonrisa
Edgar landa Hernández.
 

Humor a la mexicana

“Humor a la mexicana”
El día de ayer, después de que los medios informativos compartieron la noticia de que la reina Isabel había fallecido, decenas de memes circularon por las redes sociales haciendo mofa de esto.
A pesar de las adversidades, de las contrariedades de la vida, el mexicano siempre tiene la chispa, el ingenio y creatividad para encarar la situación de un modo jocoso, con la picardía que le caracteriza sin dejar de minimizar la magnitud de las circunstancias.
El mexicano es ingenioso desde pequeño, ocurrente, se ríe de la situación, de la vida, de sí mismo y hasta de su misma muerte. El mexicano encuentra los medios necesarios para compartir su alegría, el jolgorio que le reditúa buenos dividendos en cuanto al pensar.
Además, que la sonrisa es sanadora.
Aun en las mayores desgracias el mexicano no pierde su esencia, lo mismo tiende la mano al que lo necesita, que lo hace de una forma sin igual y con una sonrisa de oreja a oreja.
El mexicano sabe que el humor desdramatiza los problemas, que a él no le hace mella la situación, él busca las alternativas para salir adelante. Aunque le esté yendo del nabo.
El mexicano ve en cada situación una forma de clarificar su creatividad y no solo en pro de él mismo, sino con los demás, el mexicano es solidario por naturaleza, se quita su camisa si a su camarada le hace falta, él hace una fiesta por ti y abraza a quien más lo necesita.
El mexicano más que su amigo eres su hermano. El mexicano le pone sabor a la vida, encuentra el sentido de su existencia y sobre todo lo comparte con sus paisanos.
El humor del mexicano es vasto, extenso, se convierte en protagonista de su propia existencia. Es y ha sido el humor y amor que mueve el corazón de los mexicanos. El mexicano si le tiras rábanos los agarra para su pozole, lo mismo un limón, él lo ocupa para echarle a su tequila.
“¡Porque es un orgullo ser mexicano!”
Te lo comparte tu amigo de la eterna sonrisa
Edgar Landa Hernández.