TRASPASANDO LA LÍNEA / Maricarmen Delfín Delgado

COMENTARIO A LA OBRA LA DELGADA LÍNEA, DEL LIC. JULIO MÉNDEZ VALLEJO

Hoy como tiempo atrás, el ser humano ha sentido la necesidad de comunicar, de transmitir su historia de vida y todo lo que acontece a su alrededor, con el fin de trascender y dejar testimonio de su existencia y que la huella de su paso por este mundo no desaparezca. Así la pintura rupestre y los jeroglíficos son producto de este sentimiento de compartir las vivencias propias y ajenas, pasando de la transmisión oral a otro modo que las perpetuara como testimonio. De esta necesidad nació el periodismo y en el siglo XXVIII los primeros periodistas.

La creación literaria ha sido un acto natural en todas las épocas de la humanidad, donde se conjugan esa necesidad espiritual con la imaginación, la inspiración y la belleza de la palabra dando por resultado imágenes mentales que nos cuentan historias, reales y ficticias, apoyadas en lo tangible, bañadas por la magia de la ficción.  Entre ellas hay una fina línea como hilo de seda que las separa y finalmente las une con imperceptible puntada percibiendo la realidad como fantasía y la ilusión literaria como verosímil.

La unión entre la literatura y el periodismo se percibe desde las primeras obras escritas en centurias pasadas, en relatos que describen acontecimientos con pinceladas literarias, crónicas que platican hechos de interés colectivo con rigor informativo aunado al valor literario, antecedente de la novela reportaje. No modela una realidad a partir de la ficción, sino da carácter de ficción a la realidad, así la fugacidad de noticia periodística genera permanencia con la recreación literaria. Hoy tenemos la oportunidad de constatarlo con la excelente obra que aquí nos ocupa, ópera prima del Licenciado en Comunicación Julio Méndez Vallejo, en la que se reafirma la estrecha relación, la complicidad que existe entre ambas disciplinas, donde su habilidad narrativa, ligera, amena, directa, nos deleita y convida las experiencias en diversos planos de su vida. Como todo buen comunicador, recopila,

analiza, marca claramente su punto de vista para dejarlo asentado finamente en la narrativa que fluye y se desliza gracias al tinte literario de su escritura.

La delgada línea, recopilación sui géneris de trabajos de crónica periodística amalgamados armónicamente con narrativa personal, lo que le da un tinte muy especial pocas veces visto en otras obras de este tipo; precisamente la crónica periodística es el género de referencia para la narrativa informativa actual.

Esta obra toma una arista diferente y valiosa, tanto en la forma como en el fondo, su maquetación es muy original, a diferencia de otros autores, decide sustituir la numeración arábiga consecutiva de cada página por símbolos propios del manejo fotográfico, de acuerdo al tema tratado, iniciamos la lectura con el correspondiente al círculo de imagen el cual cambia de forma al avanzar las páginas, aparecen a la par de la historia narrada diferentes íconos, de luz, de paisaje, de sombra, macro, nocturno, en fin, variados al igual que la temática, diseño que es fiel reflejo de su pasión por la actividad que ha desempeñado desde muy joven, capturar en una imagen la esencia del hecho, ser un experto en la fotografía.

Pero no solamente en el fotoperiodismo se distingue nuestro autor, con este trabajo literario demuestra su habilidad narrativa, su capacidad para describir de una manera clara y con lenguaje sencillo fragmentos de su historia personal, íntimos y muy propios, sacarlos del valioso cofre de los recuerdos y compartirlos como parte de un sentido testimonio, entrelazando temas diversos, ya sea anécdotas políticas, aventuras juveniles, hechos cotidianos, sucesos policiacos, momentos de alegría, de tristeza. Llama la atención el entretejido literario con el que arma sus relatos haciendo uso de recursos como la narración enmarcada y tramas paralelas, para finalmente dar como resultado una crónica periodística. La Literatura y la Historia dieron origen al periodismo, que se apoyó en el género literario de la crónica, debido a la libertad y subjetividad del trabajo informativo surgió la crónica periodística entendiéndose como un género híbrido, así lo define Alex Grijelmo, explicando que ésta toma elementos de la noticia, del reportaje y del análisis.

El trabajo de Julio Méndez encaja perfectamente dentro de la definición anterior, el uso de la primera persona abona aún más la hibridez del género, ya que es la característica primordial de la narrativa personal. Así se arma el entramado literario de la obra tratante, tomando historia, noticia, testimonio y análisis del suceso.

El inicio del libro coincide con el inicio de una vida, el comienzo de una historia de mucho amor, del bebé dentro del vientre materno que siente las angustias y sacrificios de la madre y que sería el preferido del abuelo. La vida también se parangona con el periódico, al pasar las hojas nos colocan en diversos lugares, a veces en primera plana, en sociales, en policiaca, en política, en deportes, cubriendo eventos diversos. Todos hemos recibido una visita inesperada, sorprende, más si es la de los padres en nuestra escuela sin motivo aparente, no asusta, pero preocupa. Programas sociales y políticos fraudulentos, pobreza, época donde palabras como: Conasupo, tortibonos, Liconsa, daban un poco de esperanza a la tristeza. Desde las primeras páginas ya estamos dentro del mundo periodístico del autor.

La familia siempre será el referente de origen para contar alguna anécdota personal, de ella surgimos, es el crisol que nos amalgama emocionalmente, al compartir nuestro acontecer familiar nos brindamos a los demás, Julio se entrega en cada relato con fragmentos tan íntimos que el lector enseguida reconoce y valora la personalidad que lo caracteriza. Su madre, a quien dedica la obra, aparece por momentos en algún renglón, su esencia se desliza entre estas páginas, María Antonia sigue siendo la columna emocional que lo sostiene. Su padre, persona trabajadora, responsable y honesta, valores de su formación que lo caracterizan como la persona que hoy conocemos.

Al avanzar en la lectura nos sorprendemos nuevamente, para continuar tenemos que rotar el libro, el texto ahora se encuentra invertido, semejando la imagen espejo de una cámara fotográfica, otro punto a favor de su originalidad, éste marca la segunda parte igualmente interesante, con títulos que llaman la atención nos introducen al contexto político de una manera digerible entrelazados con la infaltable anécdota personal, característica esencial de este compendio, muestra inequívoca del talento innato que define al autor, además de periodista, como potencial escritor.

Como soporte de esta aseveración, diremos que más de la mitad de la obra escrita de José Martí y dos tercios de la de Rubén Darío se componen de textos publicados primeramente en periódicos, ejemplo de la interesante y estrecha relación que se produjo entre poesía modernista y crónica; de igual manera Gabriel García Márquez sobrevivió los primeros años antes de ser consagrado publicando su trabajo en periódicos y revistas. Autores como ellos contribuyeron a acuñar el concepto que hoy se reconoce como un género de prestigio: la crónica periodística literaria.

Hoy tenemos la oportunidad de disfrutar de una obra propia de este género, valiosa colección más que de textos, de reflexiones, aderezadas con el certero análisis tan necesario cuando de política se habla, pero, sobre todo, de sentimientos compartidos, como se percibe los titulados: Nada extraordinario llega a la vida de los mortales separado de la desgracia, La delgada línea entre un hombre y una mujer, y Sortilegio, lecturas que calan la consciencia. En El tufo de la corrupción está implícita la honradez, Frontera Norte es el despertar del sueño americano, y cómo una Despedida de Soltero es el lugar idóneo para que el comandante Marcos sea el foco de atención. En Cambio de rumbo el autor hace uso de la prosopopeya para ejemplificar claramente su mensaje, de igual manera en La caída del sistema emplea el sermocinatio para dar oportunidad a los innombrables de justificar sus actos.

Nuestra reconocimiento y felicitación al autor por este excelente trabajo narrativo, por compartir en cada escrito parte de sus experiencias, por obsequiar al lector imágenes de vida, por permitirnos, al conocerlo como escritor y como persona, traspasar esa delgada línea. Enhorabuena querido Julio.