COMENTARIO A LA OBRA DE LA DOCTORA MARTHA ELSA DURAZZO
La esclavitud aparece a la par de los primeros humanos en el planeta, los expertos en el tema han hallado evidencia de ello, lo mencionan como la captura de integrantes de otro grupo para servir en las labores de caza y trabajos pesados en beneficio del jefe del clan esclavizador en la prehistoria ; el hecho de someter a un ser humano en contra de su voluntad ha existido en todas las épocas y en todas las culturas, por ende, a la par debió haberse concebido el concepto de libertad, sin embargo, no figuraba en la mentalidad de ambos involucrados (esclavo y esclavizador).
La palabra libertad apareció por primera vez en el año 2,400 a. C., plasmada en un cono de arcilla con escritura cuneiforme que representa al Código de Urukagina de Lagash, como Ama-gi, que significa “manumisión de esclavos”; dicho código se considera el primer documento jurídico que quedó fijado en la escritura, ya que expresa claramente que se crea para combatir la corrupción y la injusticia en esa ciudad, como el primer intento jurídico para defender los derechos humanos.
En el siglo XVI, España, Francia, Portugal e Inglaterra fueron los países que más practicaron el esclavismo, primeramente, con los nativos de las Américas y años después invadiendo el continente africano, donde lo hicieron de la misma sanguinaria forma que aquí ya lo habían hecho. África, el continente del sufrimiento perpetuo, tierra rica en recursos con una población mayormente pobre del mundo.
Los historiadores que tocan el tema nos hablan de aquella época algunas veces con narraciones cercanas a la verdad, algunos autores más minimizando los hechos, pero la realidad sobre el sufrimiento y dolor narrados no se comparan con lo vivido en ese momento, sólo viajando en el tiempo, volviendo al pasado, lograremos saber, mejor dicho, revivir aquel terrible drama en carne propia. Gracias a nuestra viajera Inter dimensional nos convertimos en testigos y al mismo tiempo protagonistas de la cruda historia que había permanecido oculta ante nuestros ojos.
Somos un país multiétnico, nuestros orígenes son el resultado de una amplia mezcla de razas iniciada con la invasión española que alteró la pureza indígena con la sangre europea, más tarde por el contacto con las personas procedentes de África en calidad de esclavos, esta combinación sanguínea creció, creó una genética con características singulares predominantes hasta la actualidad, la mayoría de nosotros somos descendientes de pobladores africanos, llevamos dentro la tercera raíz, la que nos induce inconscientemente a pensar en ese pasado intrigante.
Así le sucedió a ella, la atracción por ese mar dónde navegaron cientos de embarcaciones cargadas de todo tipo de mercancía, la sumergió en sus cavilaciones, la llevó a penetrar a través de las páginas de un libro con sonidos de negritud, al centro mismo del escenario que se convirtió en el crisol donde se mezclaron la sangre, la humillación y la dignidad de una raza tan fuerte como el color de su piel.
La obra que hoy nos ocupa, nos lleva de la mano a recorrer un territorio devastado por la ambición y la barbarie, donde a pesar de imperar la fuerza de la maldad extranjera, sus pobladores luchan inútilmente para defenderse, con la consecuente pérdida de la vida y de la libertad a los que sobreviven a las despiadadas agresiones.
Martha Elsa Durazzo nos deleita nuevamente con su muy peculiar estilo, plasma con suave escritura la fuerza que le caracteriza imprime su personalidad en cada párrafo, la tinta lleva la esencia de una mujer sabia, conocedora de su actualidad pero también del pasado, con el que entreteje la realidad vivida y la historia cimentada en la investigación y la intuición.
La esclavitud como eje primordial de la novela, es planteado con tinte de veracidad, aunque se trate de una narrativa del género fantástico, ubica esta realidad claramente en un entorno de imaginación, viajamos con ella de un mundo a otro como en un sueño que al unísono se convierte en real, invitando al lector a sentarse junto a las protagonistas principales para sentir en la propia piel las sensaciones descritas.
La importancia de hablar sobre esclavismo y población africana llegada a América, es punto de partida para hacer una necesaria reflexión, como lo consigue la autora al avanzar la trama, este fenómeno de migración involuntaria permeó la estructura social de la época de la Colonia, ya que se estima que entre los siglos XVI y XIX llegaron al continente americano cientos de miles de habitantes sacados con violencia de África para ser vendidos como esclavos en todo el territorio, dando origen a un tercer mestizaje obligado y circunstancial, herencia genética que sobrevive hasta la actualidad.
En África sin cadenas, viajamos acompañando a los personajes, mujeres que denotan inteligencia, valentía y fortaleza, poderosas como toda mujer lo es, lo que autora marca en cada acción plasmada con claridad en el desarrollo, con imágenes claras describe la belleza del entorno, caminamos entre veredas, escuchamos el canto de las aves, el rugido de felinos, el baritar de los elefantes, percibimos el vuelo de las águilas en la cercanía. Con su diestra pluma nos hace testigos de la barbarie, de la violencia, de las transgresiones que los captores aplican para adueñarse de esas vidas, de esos cuerpos, de su humanidad.
En medio de un torbellino de fuertes emociones, sintiendo indignación, impotencia y rechazo por aquellos hombres que torturan, violan despiadadamente y asesinan sin distinción, Martha nos brinda un descanso, apoyada en la anacronía nos permite ir de un contexto a otro, de la época donde se desarrollan los cruentos hechos a la tranquilidad cotidiana que comparte la narradora, con saltos en el tiempo nos hace partícipes de dos historias, de dos épocas, de dos vidas, entrelazadas por la magia espiritual y la magia de la escritura.
Cabe mencionar que nuestro estado es uno de los lugares donde más se concentró la población negra, existen datos que dan cuenta del fuerte vínculo de Veracruz con África, al ser el punto de comercio entre Europa y América, reforzado por la necesidad de esclavos que sustituyeran a la población indígena que menguó a causa del maltrato y las epidemias, para trabajar en plantaciones y labores domésticas, así como en otras actividades denigrantes.
Como connotada escritora e investigadora, su pluma revive, mediante la narrativa de ficción, el origen de un gran personaje, prácticamente desde la gestación hasta la etapa que lo ubica como singular libertador, a través de las vicisitudes y hazañas de la madre, que ante la muerte del progenitor y rey de la tribu, recibe el mensaje y la fuerza sobrenaturales para llevar a buen fin el destino del príncipe esclavo; hechos que el lector siente vivir llevado por habilidad envolvente de la escritora.
Magia y realidad entretejidas, escenas de paz interrumpidas por el peligro, hechos entintados por el carmín de la sangre que corre inevitablemente; el papel del intruso blanco en tierras ajenas a su origen, ya fuera como invasor llamándose conquistador, como esclavizador o como parte de una sociedad asentada por conveniencia en estas tierras. En el avance de la trama, los personajes van tomando su lugar histórico, la dama de sociedad rodeada de la servidumbre negra con una vida de lujos pero intrascendente, el hombre casado sin amor pero por conveniencia, el comercio de todo tipo incluyendo al ser humano como mercancía, la degradación de la persona por su origen racial, el catolicismo como tarjeta de presentación social pero solapante de actos inhumanos e inmorales.
Martha Elsa nos regala esta excelente novela de ágil lectura y disfrutable ambiente literario, obra que lleva implícitos significados de las virtudes humanas como el valor a través del león, la fuerza con la figura del elefante, la audacia e inteligencia evocando al pensamiento como vuelo de águila, la entereza de la mujer como leona amorosa y al mismo tiempo agresiva para defender a los suyos. Llama la atención el manejo de la narradora como personaje en un juego de identidad a veces propia, otrora como la clarividente viajera en el tiempo y el espacio.
África sin cadenas, testimonio novelado en una conjugación de necesidad añeja, tributo a la herencia cultural y genética, rescate literario de la libertad secuestrada.