Yo soy el enamorado de la vida
Escribo con el amor y describo con el alma. Plasmo paisajes que solo mi mente ve, y los exteriorizo en párrafos continuos que albergan sentires y denotan sentimiento. Viajo a confines imaginarios y los vuelvo una realidad efímera, solo en ocasiones, otras tantas se inmortalizan en la sonrisa de algún lector. Les pongo atuendos a las demacradas hojas con palabras sonoras, o quizá, hasta las llego a engalanar con vestimentas únicas y perfumes de sándalo.
Las encierro en frascos con cerradura y candado, luego las perdono y las dejo salir a que revoloteen como las pequeñas mariposas en una primavera con luz de sol y rayos de plata. Algunas más se me suben sobre el cuerpo logrando cierto cosquilleo y sí, logran que las ordene en mis textos, haciéndolas seguir el guion que les marcó una inspiración un tanto desgastada en el ápice de estantes, polvosos por el olvido.
Es a través del alma la cual imploro una vez más, le ruego y me aconseja, me dicta y lo transcribo con cierta delicadeza, tal como lo hago cuando arrullo tu sien y en mis brazos te siento pequeña. He llegado a pensar que me tienden una trampa, y sobre todo cuando están todas reunidas en un silabario que no entiendo ni ton ni son, solo letras, como una danza propia del África, deleitando a los dioses en señal de agradecimiento.
La música es de suma importancia, las invito, las reúno y me siento junto con ellas, y poco a poco salen a escena, grises y simples, yo me encargo de darles color y ritmo, me visto de director y me siguen en el acorde único de un cuadro sin igual y nos volvemos uno, no se sabe ni quién es quién, solo el amor le da la pauta a conseguir plasmar la obra más bella jamás escrita. Escribo en el hoy, para perdurar en el más bello recuerdo de un mañana, porque yo soy, el enamorado de la vida.
Edgar Landa Hernández.
