Nos besamos para sellar nuestras bocas, para calmarlas de su sed de palabras. Labios que se acarician exprimiendo nuestra hambre de desearnos. Cerrando los ojos nos iluminamos de pasión y nuestros cuerpos se deleitan acariciándose mutuamente. harto fuego que nos quema
De ansiedad, convirtiendo en cenizas a todo
Lo que en nosotros no está. De tu fertilidad bebo el éxtasis de tu lujuria, me aferro a tu cuello donde siembro la idea de que solo de mi serás. En tu pecho reposo mis quimeras
Y me embriago hastiado del dulce sabor platónico de lo que vendrá, cual niño juguetea mi imaginación sin limitante alguna. Se sonrojan tus mejillas porque sientes que me adentro a tu íntimo espacio
Donde exploto y te colmo de toda vida que traigo dentro. Ya los besos, cual testigos, deletrean las palabras para explicarse lo sucedido.