Sueño un mundo afable con motivos de hermandad; sueño que el odio es cuenta perdida y que el porvenir está trazado. Con intenciones de amor a los demás; sueño un despertar a otra realidad donde
No existan culpas y deslindados de la mezquindad; sueño que el humano haga con su prójimo un conjuro de lealtad a las premisas elementales de su condición; sueño a un hombre absorto de sus dudas mundanas pues su esencia es de divinidad; sueño a la naturaleza en su justa dimensión dándole al hombre sólo lo que de ella le corresponde y no más; sueño al bien y al mal conciliados en una sola verdad; sueños insurrectos los míos donde muy despierta está la otra dimensionalidad. Sueño, dueño y señor del descanso que tiene como hábitat al infinito y como sustento a la eternidad; sueño de sombras
brillantes que cubre con su luz, cual mortaja, a la efímera realidad. Sueños que le traducen a la esperanza el ímpetu de nuestras ilusiones en dignidad.