PARA CHUPARSE LOS DEDOS / Maricarmen Delfín Delgado

Los mexicanos somos una amalgama de razas, culturas y tradiciones, somos un pueblo que está acostumbrado a padecer, a soportar con cierta resignación nuestra suerte, sin embargo, también tomamos las cosas desagradables por el lado chusco y bromeamos hasta con la muerte; y sobre todo, nos gusta comer.

Compartimos con familiares y amigos lo que tenemos en la mesa por muy sencilla que sea nuestra comida, invitamos desde un vaso de agua hasta las más exquisitas viandas a quienes conviven con nosotros. En muchos partes del país existen sectores de la población, tanto en el campo como en la ciudad, donde la comida es escasa o simplemente no llega a sus habitantes, pero para estas familias el compartir lo poco que tienen alrededor del fuego, del brasero o de una mesa, es una tradición.

Todas nuestras celebraciones están acompañadas de comida, ya sea para festejar un cumpleaños, una boda, un bautizo, hasta un velorio o un novenario. En las fiestas tradicionales mexicanas como en las fechas adoptadas de otras culturas, están presentes variados platillos. Las festividades religiosas son múltiples en México pues la mayoría de las poblaciones veneran a una divinidad determinada o santo patrono en un día especial al año, lo que conlleva una serie de ceremonias las cuales incluyen preparar gran cantidad de alimentos que serán compartidos con propios y extraños en la celebración.

Somos afectos a asociar obesidad con salud, por lo que pensamos que entre más comamos más sanos estaremos. Nos molestamos o nos sentimos despreciados cuando alguien no acepta comer lo que le ofrecemos, y demostramos afecto obsequiando alimentos. Es común llevar cuando vamos de visita un postre, o fruta para algún enfermo, premiamos a los bien portados con galletas y pasteles, en fin, la comida es parte importante de nuestra vida social y familiar.

Desde la época prehispánica consentir y venerar con alimentos ya era una práctica común, cuenta Bernal Díaz del Castillo en su obra Historia verdadera de la conquista  de la  Nueva España, sobre la forma en que comía el emperador azteca: En el comer, le tenían sus cocineros sobre treinta maneras de guisados, hechos a su manera y usanza y teníanlos puestos en braseros de barro chicos debajo, porque se enfriasen, y de aquello que Moctezuma había de comer guisaban más de trescientos platos (…) cotidianamente le guisaban gallinas, gallos de papada, faisanes, perdices de tierra, codornices, patos mansos y bravos (…) él sentado en un asentadero bajo, rico y blando, y la mesa también baja (…) allí le ponían sus manteles de mantas blancas (…) y cuatro mujeres muy hermosas y limpias le daban agua en unos xicales (…) y le daban sus toallas, y otras dos mujeres le traen el pan de tortillas.

Describe que en su recorrido pudo apreciar y sorprenderse con la gran cantidad de ingredientes que los indígenas ocupaban para preparar su comida, entre otras cosas el chile, el cacao, el maíz y el huevo principalmente. Sus utensilios de cocina eran de piedra, barro, madera y metal, cocían la carne envuelta en hojas encima de un hoyo con agua caliente para aprovechar el vapor.

Al asentarse la Colonia los indígenas pasaron a formar parte de la servidumbre de los conventos, quedando su sabiduría culinaria a manos de los religiosos y monjas que la recabaron y mezclaron con la cocina española. En estos lugares se concentró toda la información dando por resultado el primer recetario del que se tiene registro, escrito por Sor Juana Inés de la Cruz.

Más tarde este acervo siguió adquiriendo nuevos elementos al salir de los claustros para mezclarse con las costumbres y los ingredientes que trajeron de su tierra los trabajadores de las haciendas como chinos y africanos. Lo importante es que gran parte de la gastronomía que tenemos hoy es la auténtica prehispánica, que ha logrado sobrevivir más de 3000 años, nombrada el 16 de noviembre de 2010 por la UNESCO  como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Durante muchos años las familias mexicanas han conservado las recetas heredadas de madres a hijas, de abuelas a nietas, de las tías y demás, esto se reflejaba cuando al preparar algún platillo y convidarlo esperando la opinión del comensal, replicaban con tono orgulloso: te quedó muy rico, ya te puedes casar. Para la sociedad mexicana del siglo pasado era muy importante que la futura señora de la casa tuviera entre los atributos necesarios para ser la esposa perfecta, dominar el arte culinario ya que a los hombres se les conquista por el estómago. 

Hoy vemos con cierta melancolía cómo las chicas modernas ya no se preocupan para seguir esta tradición argumentando las múltiples actividades que implica la vida actual, los niños del siglo XXI se han aficionado a la comida extranjera como hamburguesas, pizzas y hot dogs.

Nuestro quehacer cotidiano está ligado a la comida, para expresar acontecimientos de todo tipo la tomamos como referencia al decir frases compuestas por elementos que forman parte de nuestra alimentación, las usamos metafóricamente. Así expresamos:

“De lengua me como un plato” (ser hábil verbalmente).

“Una pura y dos con sal” (que no tiene valor para nosotros).

“Le ponemos más agua a los frijoles” (que alcance para todos).

“Este arroz ya se coció” (que una situación está resuelta).

“De ti, puras habas” (que no necesitamos nada de alguien).

“Chiflar y comer pinole” (querer hacer dos cosas a la vez).

“A darle que es mole de olla” (aprovechar el momento o la situación).

“Se le cuecen las habas” (con mucha ansiedad).

“No son enchiladas” (que no es tan fácil).

”Sólo las ollas sabe los hervores de su caldo” ( que es algo privado).

“Ajonjolí de todos los moles” (que siempre está en todos lados).

“Como pepita en comal” (emocionado, activo)

“De mole, de chile y de manteca” (con gran variedad).

“Mucho ruido y pocas nueces” (que habla mucho y actúa poco).

“La sal de esta tierra” (lo esencial, lo que da sabor).

“Como sal y pimienta” (inseparables).

”Como agua para chocolate” ( muy alterado, enojado).

”Gallina vieja hace buen caldo” ( se refiere a la mujer madura).

”Barriga llena, corazón contento” (sin hambre, sin preocupación).

”El amor por el estómago entra” ( conquistar con la comida).

“En todos lados se cuecen habas” (todos tenemos problemas).

”Vas a estar pariendo chayotes” (sufriendo mucho).

”Le pone mucha crema a sus tacos” ( exagerar las cosas).

”Le dan atole con el dedo” ( que convencen fácilmente con poco)

“Salió más caro el caldo que las albóndigas” (se gastó o se complicó lo más fácil).

“Nunca falta un negrito en el arroz” (siempre aparecen problemas).

”Al pan, pan y al vino, vino” ( como debe ser, directo).

“Le hacen de chivo los tamales” (que es un engaño).

“Parece que dejó los frijoles en la lumbre” (que tiene mucha prisa).

Frases que representan nuestra identidad, nuestro gusto por lo que comemos y la íntima relación con los elementos que la naturaleza nos regala, disfrutemos de este tesoro gastronómico que por fortuna tiene nuestro país pues a quién le dan pan que llore, tomemos nuestros sagrados alimentos como Dios manda porque a comer a misa una sola vez se avisa, que todo está para chuparse los dedos.

mcarmendelfin@hotmail.com