Allá, en el viejo molino de la ex hacienda de la parada, apartado del poblado de buenavista Jesús y Trinidad como noche a noche, invariablemente, al recostarse sobre aquel colchón de resortes miraban en el techo la ahumazón de cuando la hacienda entera fue quemada por los revolucionarios,
Tan negro se veía como la noche misma, remembranza de aquel pasado revolucionario; recuerdos de esa lucha infructuosa pues pobres seguían siendo.
- mira Jesús esa negritud que se columpia
Sobre nosotros, parece la noche misma.
Pero sin luna ni estrellas. - ¿Años cuantos hacen Trinidad? Tu ni
Habías nacido y yo un chamaco de 10
Años cuando la quemazón que incendió
La hacienda; cuando la revolución que nos
Puso aquí. - El fuego con su lengua negra dejó su
Rastro Jesús; la lumbre devoró todo,
Desnudas las paredes quedaron y los
Techos negros de ese óxido
Que tiene la maldad del fuego. - Como nos pesa esta noche falsa, la vista
gastada tengo de tanto buscarle su fondo.
a veces en el negro luto que reviste el
techo observo el rostro de nuestros
difuntos, veo que nos miran. - A veces veo yo a mi madre con sus ojos
preguntones, busca en mi a sus hijos que
huérfanos dejó.
Trinidad a la muerte de su madre por el parto de Pedro, su hermano, se hizo cargo de sus 5 hermanos y el viejo lángaro de don Pedro se desentendió de todos ellos. Jesús al casarse con Trinidad se apoyó en trinidad y se ganó el respeto de sus pequeños cuñados quienes se dirigían a el llamándole papá.
- Mira que al último, tu padre ciego quedó
Trinidad, sacaba de sus pantalones centa
vos oxidados que repartía a sus bisnietos
Como queriéndoselos ganar. Ingrato don
Pedro, solo este derruido techo nos dejó,
Siquiera nos hubiera pintado unas
estrellas para no salir afuera a buscarle
luz a la noche. - Observa allá trinidad, esas 6 estrellas que
brillan aunque muertas están, atrás de
ellas parecen divisarse dos viejos soles
que vida a esas estrellas le dan; vamos
Trinidad, cerremos ya nuestros ojos y tapémonos con el cobijo de esos soles
que son nuestra última esperanza;
nuestros últimos hijos que vivos están. - ¿Qué habrá sido de nuestros hijos Jesús?
Casi ya nuestra edad deberían de tener
Tu clavaste tu mirada en la negritud de
La noche a los 86; yo ya no se, perdí la
cuenta de tan vieja que me fui.