Sin embargo, Tesla no asociaba su primera experiencia de la electri- cidad con esas potentes demostraciones de la naturaleza, sino con una mucho más cercana, que le habría sucedido cuando solo contaba con tres años de edad. Por entonces, la aldea entera había quedado cubierta por una gran nevada, y el pequeño Niko permanecía en casa junto a sus padres. Se acercó entonces a Mačak, el gato de la familia, con el que pa- saba la mayor parte del tiempo, y acarició con fuerza su lomo. Para su sorpresa, del pelaje del animal comenzaron a salir destellos, y el pe- queño observó, sin habla, cómo al roce con su mano, del pelo del gato surgía una cascada de chispas perfectamente audibles. Probablemente, muchos niños se asustarían, pero el pequeño Niko simplemente miró a su padre esperando una respuesta al extraño
meno que estaba observando: —No es nada, es solo electricidad, lo mismo que ves sobre los árb les en una tormenta. Mi madre parecía encantada. —Deja de jugar con ese gato —dijo—, puede provocar un incendio. Yo pensaba de manera abstracta: ¿es la naturaleza un gato gigante? Y si es así, ¿quién le acaricia el lomo? Solo puede ser Dios, concluí. No exagero al referir el efecto de esa noche maravillosa en mi imag nación infantil. Día tras día me preguntaba qué era la electricidad y no encontraba respuesta. Ochenta años han pasado desde entonces y todavía me pregunto lo mismo, y sigo siendo incapaz de responder.
A Story of Youth Told by Age, una historia escrita por Tesla para la niña de ocho años Pola Fotić, hija del embajador yugoslavo en Estados Uni- dos, Konstantin Fotić, con la que compartía un común amor por los gatos.