No siempre la condición de visionario adorna a quienes se dedican a la ciencia y a la tecnología. Una intuición genial se esconde habitualmente tras horas de trabajo, y en muchas ocasiones es la simple casualidad la que orienta una investigación. Tesla era un gran trabajador, qué duda cabe, capaz de vivir literalmente en su laboratorio cuando era necesario, y numerosos testimonios hablan de su poca necesidad de dormir; lle- gaba a hacer bromas a costa de Edison, que supuestamente también era insomne, aunque Tesla decía haberlo sorprendido en algún momento durmiendo a pierna suelta en su estudio. Pero el trabajo, desde luego
necesario para que cualquier invento llegue a buen puerto, era solo la última parte del viaje: antes, en su cabeza ocurrían cosas, y cosas mucho menos ortodoxas que las que les suceden al común de los mortales.