EL SUICIDIO DE IGNACIO / Autor: Javier Vitela

En el concurso de la vida exististe, le quitaste al destino su derecho de poseerte.

Ignacio de este plano te extinguiste; probaste el elíxir envenenado, con el te ahogaste en tu propia locura, suicidio de amor el tuyo.
Embriagado de soberbia, turbado por tu razonamiento necio no entendiste que ella se marchaba de ti; se perdía de tu vista caminando por el sendero del olvido.

Ignacio, la última imagen que tatuada tienes en los recuerdos a olvidar fue el de ella, con el rebozo aquel, si, ese mismo que en la feria de la candelaria le regalaste. Se lo llevo puesto, enredado en su frágil ser.
Se cansó de ti, de tú muy macho ser; se hartó de que la poseyeras cual objeto en tu colección de hembras a tener.

Hoy muy temprano por el alta voz retumbó en la ranchería la invitación de tu sepulcro cavar, te sembrarán en tu tierra que cual madre una eternidad cuidará de ti, renacerás en el fértil imaginativo de las leyendas a contar, describirán tu viril presencia, de lo hombre que fuiste al tomar ese premio de la vida, el de arrebatarle tu vida a la muerte
Te fuiste a tu modo y cuando quisiste con tu destino impoluto, vestiste de luto a la propia muerte.

Ya te llevan al camposanto, tu fino sombrero de charro luce, cual corona, sobre el féretro de fina madera labrado de tu propio ser.

Litros de mezcal se beben, lo hay más que el agua bendita, con el apaciguan el dolor.
Todavía en tu rostro escurre una última lágrima, esa misma que embalsama tu dignidad, pues ya cadáver es todo lo que de ti fue.