En nuestro país es una tradición el hacer uso de estas frases clásicas para auxiliarnos al querer transmitir una enseñanza, dar un ejemplo o mostrar nuestro sentir a otra persona; esta costumbre se ha ido perdiendo pues las nuevas generaciones, como ya lo hemos mencionado, inmersas en el mundo tecnológico y virtual dan poca importancia a la manera antigua de aprendizaje como lo fueron en su momento para mucha gente los refranes.
El refrán podemos definirlo como un dicho popular, breve y conciso que encierra una enseñanza y es insertado en el vocabulario coloquial para inyectar pequeñas dosis de saber, acuñadas con arte para que broten espontáneamente cuando la situación lo requiere, emparentadas con los aforismos y los adagios, y que se transmiten generacionalmente.
Los pueblos de Medio Oriente han basado la transmisión de sus conocimientos en los proverbios, enunciados que encierran únicamente la enseñanza de la cultura, a diferencia del refrán que convida la experiencia cotidiana. Los encontramos presentes también en la literatura griega y en la bíblica.
Podemos hallar al refrán en las obras más antiguas de la literatura española como el Cantar del Mio Cid, el Lazarillo de Tormes, Don Quijote de la Mancha y el Libro del buen Amor.
A la recopilación de estas joyas del idioma se le llama refranero, uno de los más antiguos es Refranes que dizen las viejas tras el fuego, de Índigo López de Mendoza marqués de Santillana, impreso por primera vez en 1508. Blasco de Garay, racionero (secretario) de la Catedral de Toledo escribió en 1541 dos Cartas en refranes; en 1549 se publicó el Libro de refranes recopilado por el orden A.B., por Pedro de Vallés; Hernán Núñez recopiló en 1621, Refranes o proverbios en romance.
El término refrán empezó a utilizarse en España a mediados del siglo XV y llegó a México a principios del siglo XVI cuando desembarcaron en Veracruz los españoles trayendo la lengua castellana, imponiendo y evolucionando su uso en este continente con un rico caudal de expresiones que se arraigaron y se adaptaron al pueblo mexicano con vigor propio pero amoldándose a las necesidades de expresión de los habitantes originarios.
Así vemos que los refranes no tienen patria propia pues pasan a ser parte del lugar al que llegan y son bien acogidos cubriendo una necesidad lingüística, así algunos de los refranes mexicanos han sido adoptados de otras culturas pero tomaron la nacionalidad al mezclarse con los propios, con nuestra realidad y nuestra idiosincrasia, revistiéndolos con la agudeza verbal que caracteriza a cada región del país.
Recopilarlos es una labor literaria necesaria que enriquece al idioma refrescándolo con sus propios elementos, al aparecer un nuevo refrán se adorna la lengua con nuevos atributos. Tenemos la obra Refranero mexicano de Herón Pérez Martínez editado por FCE; Refranero mexicano de Miguel Velasco Valdés; El refranero mexicano por Tere de Molina y Becky Rubinstein y Refranes Mexicanos de Miguel Lagunas, como obras recomendables para acrecentar el conocimiento del tema.
Los expertos de la Paremiología (estudio del refrán, proverbio y aforismo) consideran que los refranes penetran en la conciencia del grupo lingüístico asimilando los valores culturales y morales que transmiten. De acuerdo al análisis que han hecho de ellos, los consideran como reflejos de una mentalidad patriarcal con modelos estereotipados, esta característica androcéntrica no es exclusiva del refrán pues se encuentra implícita en otras ramas de la cultura como la religión, la mitología, la literatura popular, etc.
Por lo anterior, nos enfocaremos a comentar las representaciones contenidas en los refranes refiriéndose a la mujer y al hombre, pues se ha observado que en muchas de estas expresiones existe una idea misógina restándole valor a la mujer frente al hombre. Algunos resaltan los roles de madres, esposas y amas de casa ejemplares, otros las marcan con estigmas que las colocan en una posición social degradante, en algunos surgen comparaciones entre bondad y maldad, belleza y fealdad, juventud y vejez como extremos contrarios que se repelen.
Esta situación no es tan marcada en los refranes que se refieren al hombre, donde solo se toca el aspecto moral sobre si es esposo bueno, malo, flojo, necio, falso, ignorante, ingrato, etc., refiriéndose al machismo como parte de la personalidad masculina. De las mujeres se espera que sean sumisas, superficiales, pasivas, que se casen y atiendan a los hijos, al esposo y cuiden del hogar, las que se salen de este esquema son juzgadas con sentencias morales que las denigran.
Los refranes que hablan del cuerpo de la mujer (manos, piernas, caderas, pechos y cara con pecas, bigote, lunares, bozo, barba, etc.) se calculan en 80% contra los que tocan temas acerca del hombre que es de 18%.
Algunos ejemplos:
“Con cuerpo de tentación y cara de arrepentimiento”,”Lunar en la boca señal de loca”,”Mujer barbuda de lejos se saluda”, “Preferible caer en los brazos de una mujer que en sus manos”, “Tetas de mujer tienen gran poder”.
En el tema de la sexualidad y el placer se calculó que un 60% habla de la mujer, un 20% del hombre y el 20% restante habla de ambos:
“La mujer es fuego y el hombre estopa, llega el diablo y sopla”, “Mujer y fuego hallan salida luego”, “Viudas, casadas o doncellas ¡que haya fuego en todas ellas!”, “Tantos años de marquesa y no saber mover el abanico”.
En el tema de la juventud y la vejez la mayoría de los refranes (44%) se enfocan a aspectos comunes de hombres y mujeres, el 35% a la mujer y del 31% restante se refiere al hombre y a las diferentes etapas de la vida de ambos.
“La mujer y la vejez, un gran mal deseado es”, “Para la vejez, dinero y mujer”, “Dos veces hacen los hombres pininos, cuando viejos y cuando niños”,”Juventud es calor y brío, y vejez, temblorín y frío”,”Abriga bien el pellejo si quieres llegar a viejo”,”La joven busca acomodarse y la vieja acurrucarse”.
En cuanto a la maternidad y la crianza establecen papales para la madre y el padre en el aspecto biológico, social y sexual; el embarazo y el parto son temas muy tratados en los refranes y los asocian con situaciones de la vida como la enfermedad, el amor, el control, la belleza y la muerte.
“El hijo en el corazón y el marido en el talón”, “Conocí primero madre que mujer”, “No hables mal de las mujeres porque hijo de mujer eres”,”A la mujer como a la carabina tenerla cargada y en la esquina”,”El parir embellece y el criar envejece”, ”Enfermedad a plazo fijo es señal de un nuevo hijo”.
De las relaciones familiares también se habla en los refranes mezclando a la mujer en la mayoría de ellos.
“La que no tiene suegra ni cuñada ésa es bien casada”,”Cuñadas buenas hay por docenas”, “Con pretexto de primo a la prima me le arrimo”, “La botella o la hermana si te la piden, dala”,”A la mujer y a la suegra darle poca cuerda”.
Todavía hacemos uso de algunos refranes como broma o en charla coloquial, sin la carga misógina que reflejaban hace décadas, afortunadamente en la sociedad actual la mujer ha sabido situarse en el lugar que desde siempre le ha correspondido, lo que se demuestra en todos los aspectos de la vida y en todos los campos de la sociedad.
En fin, “la sencillez es el mejor adorno de la mujer”, por eso me preparo para salir teniendo cuidado de mi apariencia porque “la que se viste de verde su hermosura pierde” y “muchacha que viste colores brillantes no merece hospedaje”; me pondré un algo “rosa que a la mujer hace hermosa”, recordando que “mujer sin aretes, altar sin ramilletes” y “la mujer y la ensalada, sin aderezo son nada”.
mcarmendelfin@hotmail.com
Imagen: Internet, Refranes del Quijote, para difusión cultural sin fines de lucro.