Vete, te concedo la libertad, aléjate a donde no te reencuentre. Imaginación mía ya no me pierdas; ya no me ofusques con tus pretenciosas ansias de relatarme quien no soy. Deja de denostar mis pensares y caducar mi alma, entiende que libre soy como tú; entiende que el peso de mis culpas jamás te dejarán ser. Mis recuerdos
Serían la prisión donde te condenarías por tu pecado de ilusa ser.
Marchate ya, imagina que me olvidas, busca en el limbo de los inocentes, esos
mismos que del pecado no saben, los que en sus senderos no tienen bifurcaciones que confundan tu libertad; limbo donde tu ligereza te proyecte sin límite alguno.
Cuidate de los genios, tienen su mundo aparte y pueden enredarte con el hipnotismo de su atmosfera; aunque etérea
densa es, tan densa que los aparta del mundo real, se atormentan de no tener un Dios que les dé consuelo, por ello a ti te utilizarán y exigentes serán contigo al pedirte que en Dios te conviertas, exhausta yaceras en el limbo de los genios pues a ellos se les justifican sus pecados.
Si mueren los genios te heredarán a un colectivo para que por medio tuyo puedan comprender sus obras. Mejor huye imaginación, no te flageles con la ignorancia humana, deja al hombre sin tu sutil presencia así encadenado quedará a su naturaleza, solo auxilialo a la hora de su muerte, dile que eterno es y que en su reencarnación con el estarás.