DIOS COMO ESENCIA DE LA ETERNIDAD / Autor: Javier Vitela

La eternidad es el brío de Dios que en su caudal diluye cualquier concepto: el mal simplemente se funde con la oscuridad que lo esconde; el bien con el lustroso brillo de las estrellas opaca su luz. Lo eterno no tuvo
Principio, lo eterno no tendrá fin. Dios es misterio inconmensurable; existencia por antonomasia.

El destino le busca traducción a Dios; el destino lo circunscribe a los límites del entender humano; el destino encarna a Dios
Y lo asemeja al hombre, le da sustancia en todos los elementos de la vida de una persona. Dios es metáfora y se escapa a explicación alguna, pasajeros somos en el infinito, el mismo que todo lo contempla
Desde un principio hasta un final; sin embargo el infinito es solo una pulsación
Diáfana y fugaz del pensamiento de Dios.

Destino insolente que se azota buscando límites a lo eterno, tímido humano que se esconde de Dios en la duda, infierno es la duda misma que en su recalcitrante negación atiza el fuego que en cenizas de nada convierte al hombre, polvo etéreo que flotará
Y flotará arrítmico, lejos del concierto de un orden universal. El tiempo es cómplice del destino que alude al temor del hombre por su impermanencia en este plano, dócil se convierte y sumiso a las reglas del destino,
Sin embargo Dios respeta nuestro libre albedrío. El destino es solo una mala jugada de nuestro ego insolvente, vacío está de las premisas de Dios; lleno está de elucubraciones que nunca podrá conciliar,
Ego arrogante que le otorgamos la estatura
de un Dios.