Todo es pasajero

“Todo es pasajero”

Dice la frase que nada es para siempre. Somos pasajeros que contribuimos de cierta manera a pulirnos y a ayudar a pulirse a los demás. Todo dura lo que debe de durar, aunque la mayoría de las veces nos aferramos a algo que ya se fue y seguimos mostrando el interés hacia ese suceso o persona y nos quedamos mudos sin poder decir palabra alguna.

Detenerse un breve instante y voltear al pasado no es malo. Es poner en la balanza de la vida lo bueno y lo malo que hemos hecho. Recordar nuestra infancia, parte de nuestra juventud y aun en nuestro presente, es reencontrarse con la gratitud de proseguir en este viaje en el cual somos pasajeros.

Algún día nuestro itinerario finalizará, pero se quedará nuestro recuerdo en los corazones de todos aquellos que tuvieron la alegría de compartir con nosotros.
¿Qué hemos hecho? ¿Hasta dónde hemos llegado? Son algunas de las interrogantes que a veces nos hacemos. Nuestros ojos cansados miran ya de una forma inusual, ahora contemplan, disfrutan del entorno y se maravillan del color del sol. ¿Será acaso que confundimos la humildad con la sencillez?

La vida no sería vida si no estuviera prevista de escollos y vicisitudes a las que debemos de enfrentarnos día a día, es enfrentar nuestros miedos y lograr crear una atmósfera en donde encontremos las herramientas necesarias para poder proseguir.

Mi padre con la experiencia que había adquirido a través de los años alguna vez me dijo” no te empecines por ver más allá del horizonte, será a través de tu camino que un día llegarás y atestiguarás que lo que buscabas no estaba allá a lo lejos” Y la vida de mi padre también fue pasajera. Duró lo que debía de durar. Y así lo acepté.

Hoy sigo siendo pasajero, del ayer, del hoy y quizás del mañana que aún no llega, pero mientras eso sucede me sigo maravillando de la gran obra de Dios…

Se los comparte su amigo de la eterna sonrisa

Edgar Landa Hernández…