Te amé sin límites,
sin bordes ni fronteras.
Por tus cuatro puntos cardinales; por tus montes y praderas.
Te amé sin demora o contratiempo, al ritmo que marcaba tu deseo,
a tus horas y en tus tiempos.
En los minutos vivos, con los segundos yertos.
Conocí tus caminos y descubrí nuevos senderos,
tracé nuevas rutas para alcanzar la esencia milagrosa de tu cuerpo.
Te amé en el aire, en el agua, en la tierra y en el fuego.
En la danza etérea que se vierte encendida de deseo que matizamos con el toque leve de los dedos.
Te amé a contracorriente y me llamaron loco,
le planté la cara al viento y a tu corazón llegué de a poco.
Mis manos fueron bordando amor en tus heridas,
sanando dolores y penumbras que cargabas a escondidas.
Cambié tu seriedad por alegrías,
te amé cada noche hasta el amanecer del día.
Quise llevar luz a tu vida,
llenarte de miel y arrancarte la amargura
Enseñarte mil formas para amar…
quise encender velas bajo el mar.