Quetzalcóatl / Autor: Alberto Calderón P.

Hermoso plumaje de quetzal, serpiente de olmecas, tu figura en aun vuela a lugares distantes. 

Desde las lagunas de Nicaragua hasta los dominios de Tula, emperador alucinante, compañero de  toltecas. 

También lo hiciste con los mayas, te nombraron Kukulcán, corriste por sus aguas y  viajas en el viento. 

En Tabasco fuiste, Mucu-leh-chan, en Guatemala eras Gucumatz. 

Bajas de los cielos en los equinoccios, con el sol de marzo, también lo haces en septiembre, recorres uno a uno los escalones hasta tocar la tierra, serpiente de plumas. 

Eres el dios –sol, caminas sobre el agua que conviertes en oro, manejas con destreza antorchas ardientes, llamaradas de vida, cuando te cansas, descansas en las enramadas o bajas de las pirámides. 

Fundador de vida y grandes pueblos… los aztecas te veneran, eres Venus la estrella que brilla al lado del Popocatépetl durante ocho meses, después circundas tus dominios para regresar tres meses después.  

No fuiste Hernán Cortés, ningún Santo Tomas, fuiste príncipe y dios – sol. 

 El de la vida, de la luz…, te acompaña la fertilidad…, el conocimiento lo ofreces como el día y los vientos. 

Tienes una doble naturaleza construyes y destruyes, vuelas y reptas, femenino y masculino, movimiento y quietud, eres el humo en el espejo. 

Gema de los siglos, centro vital del pensamiento 

Vienes con la nube de agua que encarna en el maíz. 

consejero del tiempo, eres Quetzalcóatl.