Desde mi ventana miro al mundo y me resguardo,
provisto del eco de tu voz
en mis cuadernos.
A veces, el fuego en tu deseo
eriza al crepúsculo
y charla con el viento en la palmera. A veces,
tu recuerdo es un óleo doloroso que se cuelga de las horas.
Un paisaje sin ti en un verso inválido. Y aun así,
este cielo que fue nuestro alguna vez, sonríe
a pesar del silencio.
Hay cierto color de angustia
en todo esto
¿Qué le diré a los perros que le ladran a la madrugada?
¿Qué me traen tu olor de mujer difuminado en el alba?
Tu ausencia es dolor y sin embargo
pervives en cada trozo de mi insomnio
y aunque no lo creas,
en todo eso que ves desde este cuadro
en el frío y el calor, en esta noche de rabia
y aunque no vuelvas nunca a estremecer la aurora
yo seguiré aquí
con esos perros dolientes
con ese óleo insepulto que cuelga de la palmera
y esa esencia de mujer que emerge desde las sombras
escribiendo por ti…
desde esta ventana.
FZG. (Gabriel Rulfo)
Fotografía del autor.