Pita Amor 1 / Texto extraído del ensayo de Beatriz Espaejo: Pita atrapada en su casa

Publicaba en diferentes diarios, revistas y suplementos, América, Hoy, El Nacional, México en la cultura.
Tenía un programa en la televisión dela que fue pionera,
pues antes que ella sólo apareció Amalia Hernández, se
llamaba “No c t u r n a l”, de media hora cada tercer día a las
diez de la noche. Lo transmitían en vivo. Al inicio recitaba una de sus décimas y lo cerraba con otra. El resto del tiempo recordaba poemas suyos o de sus maestros. Llenaba el estudio con voz poderosa, imitable y paradójicamente inconfundible. Llegaba escoltada por Dolores
Puche, Sergio Astorga y, a veces, Cordelia Urueta, y metida en largos trajes de terciopelo negro que
descubrían sus hombros magníficos. El espectáculo duró
poco más de año y medio y fue cancelado por un curioso
incidente, uno de los tirantes se desprendió mostrando al
a i re un seno. Pe ro al poco tiempo siguió apareciendo convocada por Emmanuel Carballo en el primer programa del tipo patrocinado por el Fondo de Cultura Económica, “Invitación a la Cu l t u r a”. Repartía en las redacciones de los periódicos retratos suyos como si fueran
volantes y se le veía en todas partes. Daba recitales en el
Auditorio dela Facultad de Medicina en Ciudad Universitaria. Esa publicidad, a la que era pro c l i ve de manera nata y quizás impulsada gracias a los ejemplos de Diego R i vera y Frida Kahlo que la invitaban con grandes muestras de júbilo a la Casa Azul de Coyoacán, le valió un público fiel y una reputación dudosa compartida por otras
mujeres como Nahui Ollín, Lupe Marín, María Asúnsolo, Tina Modotti, Machila Armida, que habían abierto
caminos y roto tabúes hacia la libertad sexual. Pita era
dueña de su cuerpo y enfrentaba las consecuencias en
un México que intentaba ser cosmopolita; pero condenaba sin miramientos a quienes rompían las llamadas
buenas costumbres