A través de los años y de la historia, la poesía ha sido el género literario más sublime, sobresaliendo por la belleza de su contenido y la exquisitez de sus formas.
Desde la época renacentista y hasta la modernidad, aunque debemos recordar que se han encontrado textos poéticos egipcios de más de veinte siglos AC, grandes e inspirados poetas nos han dejado su obra para nuestro deleite.
Hoy más que nunca, encontramos «poesía» hasta por debajo de las piedras y los llamados «poetas» pululan aquí y allá.
Pero no hay que dejarnos engañar o irnos con la primera impresión, pues no todo lo que se escribe cae en el género sublime de poesía.

Conjuntar las ideas con los sentimientos y plasmarlas en papel o en algún ordenador, darle sentido y contexto, belleza estética siguiendo cánones establecidos, y en muchos casos forma, rima y métrica, no es trabajo fácil ni es para cualquiera.
La poesía debe reunir una serie de características que la ubican justamente en esa categoría majestuosa, y desde luego que al no incluirlas (por ejemplo, rima, verso, métrica, estrofa, ritmo, y mucho, pero mucho más) no queda nada poético que leer.
Actualmente, por obra y gracia de las redes sociales, casi todo mundo tiene acceso a publicar lo que quiere, lo que le causa dicha y alegría, tristeza o llanto. Lo curioso de este fenómeno, es que muchos lo hacen cobijados bajo el calificativo de poetas. Sí, se autonombran poetas a pesar de que no conocen una anáfora o una antítesis.
Si bien el sentimentalismo no es malo, pues nada malo tiene decir que el amor es bello, o que la lluvia refresca, o que las lágrimas escurren por las mejillas, no es poesía. El sentimiento puede ser la base de un poema, aunque no siempre es así, sin embargo no basta, se queda muy corto y por el lado que se le mire, no podrá tener un ápice de poesía.
Desde luego, estos nuevos «poetas» ocultan sus carencias literarias con un séquito de amigos y seguidores que alimentan su ego/vanidad mediante falsas palmaditas en la espalda y comentarios sin base ni sustento literario. He comentado anteriormente que hay libros de pseudo poesía que pasan tan desapercibidos como una gota de agua en la corriente de un río, insípida e incolora.
En su simple concepto, poesía es la expresión de la belleza a través de la palabra. Parece sencillo…
Se ha dejado de hacer buena poesía por el simple hecho de buscar efímera fama y sentirse poeta (escribo, público, soy); recibir premios y reconocimientos a granel. Al mismo tiempo nos castigamos y dejamos de leer buena poesía al posar nuestros ojos en simples y llanos sentimentalismos (que no poesía). Así que aceptemos también nuestra responsabilidad al no ser críticos severos.
El poeta no busca en si como objetivo, ni siquiera el título de poeta… escribe y busca con afán la excelsitud de la palabra, la belleza misma y la originalidad en su forma de expresar y en su versar. Se prepara y aprende, nunca deja de aprender… Enriquece su vocabulario constantemente porque la palabra es su instrumento de trabajo.
Ser poeta no es escribir por escribir («lo que me sale del alma o lo que llevo dentro del corazón»). Hay que hacerlo con conocimiento de causa, pensando y analizando cada palabra, permitir que la crítica ayude a crecer, a pesar que puede ser muy duro para algunos recibirla, digerirla y sacar de ella lo mejor, ya que se sienten ofendidos personalmente, y es quizá la mayor ofensa el decir que su escritura es insulsa y carente de recursos literarios.
En el círculo actual donde se mueve la poesía (redes sociales y recitales poéticos entre amigos), toda crítica severa y acertada esta ausente. Por el contrario, el comentario fatuo y el «like» es el nivel con el que quieren medir la calidad de la poesía (mientras más «likes» se es mejor poeta, veinte likes es igual a ser un gran poeta). Esto lleva a la vanidad pero sobre todo al desprestigio mismo de la poesía y sus autores, que con ello se pavonean y se inflan como globos de cantolla (suben pero efímeramente).
Vale decir también, que hay valiosas excepciones y poetas contemporáneos que admiro porque preparan su poesía y la ofrecen sin pretensiones; a ellos da gusto de leer y releer, por su gran calibre y calidad. Poetas y escritores que respetan las letras y que gracias a ellos la poesía sigue teniendo un alto nivel de calidad y belleza.
Debemos ser muy severos y cuidadosos para discernir la verdadera poesía de aquella que no lo es. Que no nos vendan espejitos y piedritas que brillan pero no tienen valor.
No todo lo que brilla es oro ni todo lo que se escribe es poesía.
Escribir poesía es un acto sagrado y le debemos respeto.
Carlos Eduardo Lamas Cardoso.
México.