Amigo no te debe dar miedo, sé que muchas veces fuiste cobarde ante las situaciones difíciles. A los mayores de edad hay veces, que en lugar de ser fuertes somos proclives a la debilidad.
Has mostrado últimamente en convertirte en un hombre valiente.
—Sí amigo, es cierto, he pensado seriamente en dejar de lado mis temores.
De niño le tenía miedo a las arañas, a los alacranes, pero más miedo a la noche, sí a la noche.
Rezaba una oración que decía:
«San Jorge Bendito amarra tus animalitos con tu cordón bendito,
San Silvestre Papa del Monte Mayor cuida nuestra casa al derredor de brujas hechiceras, de perros con rabia y de un hombre malhechor».
Al principio dudaba que esos santos me hubieran escuchado, pero al ver que las arañas y alacranes ya se habían metido entre las tejas, ya me quedaba contento por la efectividad de la oración, creo que ahí nació mi fe.
No aprendí a nadar por miedo. El ruido infernal de los grillos, que era normal por vivir en una casa grande y vieja, con una huerta como complemento, era claro que había cientos de grillos y cigarras con un
concierto nocturno.
¿Miedo a la noche? Sí.
Ahora de viejo he dejado atrás temerle a la muerte, porque la vida me ha dado tanto mediante el Gran Patrón.
Que no me rajaré a enfrentar mi futuro porque mi fuerza y valentía no sale de mí sino que viene de allende las nubes,
SÍ, del Cielo.
Raúl Silva.