por Peniley Ramírez, egresada de la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación de la Universidad Veracruzana
Hace un mes, desinstalé Twitter de mi teléfono. Ahora lo reviso un par de veces al día desde mi computadora. El ejercicio parecería un suicidio público en tiempos de periodismo y redes sociales, pero bien vale su efecto: devuelve una percepción de la realidad que no pasa por los algoritmos de internet.
Twitter es una burbuja que genera lo que genera el internet de nuestro tiempo: un círculo vicioso donde los contenidos se ajustan a nuestras búsquedas, de modo que pareciera que toda la realidad gira en nuestro entorno. A juzgar por mi línea de tiempo en Twitter, la realidad mexicana parecería una disputa xenófoba, misógina y casi tribal entre defensores y opositores al nuevo gobierno…
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