Te insiste, te persigue, no te deja respirar, no entiende que las personas desconfían de las imposiciones, que no se trata de vender, se trata de invitarte a comprar. El mal vendedor se olfatea desde lejos, es un mal artista, piensa en sí mismo, en lo que quiere ganar, exuda desesperación, olvida que vender es satisfacer necesidades y generar confianza es la base de la transacción. Vender es como seducir, hay que ir más allá del éxito o el rechazo, el foco tiene que estar en la persona, en sus necesidades, en lo que quiere conseguir.