Plana y liza, redonda o cuadrada, luces por horas una soledad inmaculada. Te acompañan bancos, jamugas o sillas la larga espera, en ocasiones te cubren y visten de gala; compartes el regocijo de comensales, eres testigo de sobremesas interminables o acaloradas discusiones. Posan sobre tu lomo viandas en un vaivén interminable, atestiguas el cruce de miradas unas de enojo otras indiscretas, sobre tu piel se rompen vasos o el líquido se derrama, tienes manchas, cicatrices de mil batallas a tu alrededor se toman decisiones trascendentes, sientes la pluma de la tarea, el trabajo o la creación. Te adornan con floreros o fruteros, sin tu presencia el hogar no está completo.
