Las personas que ofrecen la cura a todos los males con pócimas que parecerían mágicas y por medio de un torbellino de palabras tratan de convencer y en muchos casos convencen sus falsas virtudes, se ha dado en varias culturas desde el siglo XIX, uno de ellos fue un hombre de origen polaco, Rafael Meraulyouck, hombre singular de tupida barba y cabello largo, que vociferaba por las calles y plazas los beneficios de sus elixires, de destacada fama en 1864, los parroquianos no podían pronunciar su apellido por lo que le decían el “doctor merolico”, palabra que quedó incrustada en el vocabulario y hoy en día es utilizada para designar a los parleros embaucadores.
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